Beata María Celeste Crostarosa
La Beata María Celeste Crostarosa nació en Nápoles, de una familia noble, el 31 de octubre de 1696. Bautizada Julia Marcella Santa, era la décima de doce hijos. Ella fue idolatrada por sus hermanos por ser una joven alegre, vivaz, sensible y de buen intelecto. A la edad de cinco o seis años, Julia comenzó a experimentar un inusual sentido de intimidad con Jesús, “… el conocimiento de su divinidad de una manera tan dulce que ella concibió la idea de amar y servirlo a Él”. A la edad de veinte años, junto con su hermana entró en el Carmelo de Marigliano, pero el monasterio fue suprimido debido a la interferencia externa de una duquesa local que exigió su salida después de sólo cinco años de vida religiosa. Pero durante este tiempo, Julia conoció a Monseñor Thomas Falcoia, que estaba dando un retiro a la comunidad. Sugirió que era la voluntad de Dios que ella y sus hermanas - otra hermana más joven se había unido a las dos - deberían ir a un monasterio en Scala, donde se había reformado una comunidad con el espíritu y la práctica de la Congregación de la Visitación.
Como novicia recibió el nombre de Sor María Celeste, ella recibió una revelación que le se “hizo entender los planes de Dios en un nuevo instituto que el Señor colocaría en el mundo por medio de ella, que tendría sus leyes y las normas de su propia vida”. Bajo la dirección de Monseñor Falcoia, y con el apoyo de San Alfonso de Liguori, la Visitación se reformó de acuerdo con la Regla que Celeste había recibido del Señor en abril 25 del año 1725.
La Orden del Santísimo Redentor fue fundada oficialmente en la fiesta de Pentecostés, el 13 de mayo de 1731. La vocación de las Hermanas iba a ser una “memoria viva de Jesús”. En la fiesta de la Transfiguración las hermanas recibieron el hábito rojo oscuro, el color del amor, que recuerda al mundo el amor profundo e infinito de Dios para toda la humanidad. Cuando Monseñor Falcoia, ahora obispo, quiso alterar la Regla y ser el único director espiritual para toda la comunidad, Celeste resistido por obedecer a su conciencia. Ella se vió obligada a abandonar el monasterio con sus hermanas el 25 de mayo de 1733. Después de cinco años que pasó en la reforma de un monasterio a petición de un Obispo, finalmente se dio cuenta de su sueño, de vivir la Regla que el Señor le había dado mediante el establecimiento de su propio monasterio en Foggia, cerca de la costa del Adriático.
El camino espiritual de María Celeste, favorecido como lo fue con muchas experiencias místicas se caracteriza también por la obediencia a la conciencia, por una búsqueda constante para el significado del Evangelio, y la simplicidad de la vida. María Celeste Crostarosa murió en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre de 1755. Sus restos mortales son venerados hasta nuestros días en el monasterio de Foggia.
Beato Sarnelli
En la tradición redentorista, el Beato Sarnelli siempre ha sido considerado como el hermano gemelo del fundador, san Alfonso. Ambos dieron sus primeros pasos al mismo tiempo y en el mismo lugar, la gran Nápoles del siglo XVIII: estudios de leyes, doctorado en ambos derechos por la universidad napolitana, ejercicio de la abogacía, abandono de los tribunales para entrar en la vida sacerdotal, dedicación a los pobres y abandonados de la capital. Casi de forma natural fueron ambos misioneros populares y redentoristas. Sus procesos paralelos se explican cuando se descubre que ambos nacieron y crecieron en un terreno parecido en cuanto a condición social, cultural y religiosa. Tampoco es casual que ambos tengan juntos sueños misioneros en el Colegio de los Chinos de su ciudad o que juntos aparezcan en las calles de los barrios bajos, reunidos con jóvenes y trabajadores, en las “Capelle serotine”, un proyecto original de formación de laicos para el apostolado entre los laicos.
Podríamos continuar señalando el paralelo que existe entre estos dos santos redentoristas indicando la importancia de sus publicaciones para difundir las ideas y la praxis cristiana al gran público del siglo XVIII. Estas iniciativas se deben al ambiente iluminista en el que estaban inmersos, y en el que demostraron su empeño por erradicar la ignorancia humana y religiosa. La producción literaria de los dos santos nació de su experiencia pastoral, de la que salieron los temas de sus obras: la catequesis, la educación de los jóvenes, la educación en la oración, etc.
Un redentorista atípico
Pero será el mismo san Alfonso quien establece la diferencia entreambos personajes. Él es el primer biógrafo de su joven amigo, lo que demuestra la admiración que Alfonso tenía por Sarnelli. No reduce la vida de su amigo Gennaro a una reflexión devota sobre su personalidad, sino que el reflexivo Alfonso de Liguori pone de manifiesto, con cariño de amigo, las cualidades de espontáneo e impaciente de Sarnelli. Frente al pragmatismo de Liguori, Sarnelli aparece como soñador e idealista. Mientras san Alfonso vivía una vida disciplinada en el entorno de su congregación, respetaba al mismo tiempo la incapacidad de Sarnelli para recluirse en la vida reglada y rítmica de un convento.
Nuestro Beato era un volcán de iniciativas e ideas, y su actividad febril le llevará a la muerte, pero le convierte en verdadero testigo de la urgencia del evangelio. Su libertad e independencia lo definen como “un redentorista atípico”. Pero, aunque desconcierta al principio, la lectura de su vida nos transmite una santidad única, que se puede definir como moderna, por la impoirtancia de la responsabilidad personal en el empeño de responder a la llamada de Dios desarrollando hasta el máximo la compasión humana y evangélica. Gennaro María Sarnelli, por este espíritu que lo animó, tiene el raro privilegio de poder dialogar ahora con los hombres de nuestro tiempo.
Entre Nápoles y Ciorani
Gennaro Maria Sarnelli nace en Nápoles el 12 de septiembre de 1702. Es hijo de Angelo Sarnelli y Caterina Scoppa. Su padre es un famoso abogado napolitano, que consigue hacerse noble al adquirir el título de Barón de Ciorani, fruto de sus hábiles negocios. Ciorani es una pequeña población del sur de Italia, donde Gennaro pasará largas temporadas en su vida, por diferentes razones. A los 14 años, bajo el impacto de la beatificación de Francisco de Regis, comunica a sus padres el deseo de hacerse jesuita. El padre lo disuade creyéndolo demasiado joven. Gennaro emprende entonces los estudios de derecho, siguiendo los pasos de su padre, y culmina su carrera con el título de doctor en ambos derechos en 1722. A partir de entonces ejerce la abogacía en los tribunales napolitanos.
Por san Alfonso sabemos que Sarnelli combinaba perfectamente sus trabajos como abogado con una vida cristiana comprometida. Todos los días acudía a la eucaristía y hacía meditación. Siguiendo una tradición común entre los abogados de Nápoles, se inscribe en la Congregación de los Caballeros Profesionales del Derecho y de la Medicina, dirigida por los Píos Operarios de la iglesia de san Nicolás. Esta Asociación disponía en sus reglas que todos sus miembros asistieran a los enfermos del Hospital de los Incurables. Allí comparte esta labor con Alfonso de Liguori y Cesare Sportelli, que serán también parte del primer grupo redentorista. Es en este hospital donde Gennaro se siente llamado por Dios al sacerdocio.
El abogado se hace sacerdote
En septiembre de 1728 se ingresa en el seminario y es destinado por el Cardenal Pignatelli, arzobispo de Nápoles, a laparroquia de Santa Ana di Palazzo. Para poder estudiar tranquilamente, abandona la casa familiar. Se hospeda en el colegio de la Santa Familia, más conocido como el Colegio de los Chinos, fundado por Matteo Ripa, con el fin de reunirmisioneros para las indias orientales. El 8 abril del año siguiente deja el colegio de los Chinos y el 5 de junio del mismo año ingresa en la Congregación de las Misiones Apostólicas, una sociedad de sacerdotes diocesanos entregados a la predicación en los lugares más deprimidos de la diócesis de Nápoles.
El 8 julio de 1732 es ordenado sacerdote. Durante todos estos años, además de las visitas al hospital, se dedica a ayudar a los niños que son obligados a trabajar, enseñándoles el catecismo. Visita a los ancianos del geriátrico de san Genaro y a los marinos enfermos que yacen postrados en el hospital del puerto. Es éste también el tiempo en el que entabla amistad con san Alfonso de Liguori y conoce su apostolado. Juntos se dedican a promover reuniones entre los laicos de la periferia de la ciudad. Así es como nacen las “Capillas del atardecer”, encuentros de laicos para la oración y la formación. Sin duda, esta actividad se adelantaba a su tiempo en la promoción del laicado.
Después de su ordenación, el Cardinal Pignatelli encomienda a Sarnelli la enseñanza religiosa en la parroquia de los Santos Francisco y Mateo, en el barrio español de Nápoles. Cuando se da cuenta de la corrupción y marginación en la que viven muchas jóvenes, decide emplear todas sus energías en la lucha contra la prostitución, muy extendida en la zona del puerto de la gran ciudad en la que vive.
Uno de los primeros redentoristas
En este mismo tiempo, san Alfonso debe defenderse de las injustas críticas que padece a causa de la fundación de la Congregación misionera del Santísimo Redentor en Scala (Salerno) el 9 de noviembre de 1732. La mayor parte de suscompañeros le abandonan, y toda Nápoles cree que está persiguiendo un sueño imposible.
En junio de 1733, Sarnelli se traslada a Scala para ayudar a su amigo en la misión de Ravello, la primera misión de los recién fundados misioneros. En esta experiencia Sarnelli decide hacerse redentorista, y continua participando en las misiones sucesivas. Su hermano Andrea Maria Sarnelli, también sacerdote, deseaba que los redentoristas establecieran una casa en el fuedo familiar, en Ciorani. Allí se trasladan los primeros redentoristas y esta población tiene el privilegio hoy de poseer la Casa Madre de todos los redentoristas, al desaparecer las anteriores fundaciones.
Desde el día de su entrada en la Congregación hasta abril de 1736, Gennaro María se empeñará sin descanso en las misiones parroquiales. Mientras tanto, ese mismo año salía a la luz su obra Ragioni cattoliche sobre el problema de las “jóvenes en peligro”, las mujeres marginadas de su sociedad. Escribe también sobre la vida espiritual y la doctrina cristiana. Su cansancio es tal que llega a estar al borde de la muerte. Con el consentimiento de san Alfonso vuelve a Nápoles para mejorar su delicada salud. Allí emprende nuevamente su apostolado entre las prostitutas.
Apóstol de Nápoles
Entre su regreso a Nápoles y su muerte hay ocho años de apostolado en Nápoles. Además de dedicarse a las misiones redentoristas y las tareas pastorales de las Misiones Apostólicas, promueve la meditación comunitaria entre los laicos publicando “El mundo santificado”. Con otro libro suyo invita a dar mayor importancia a la educación de la juventud y a la catequesis. En 1741, al tiempo que planifica las grandes misiones predicadas en los suburbios y caserios de Nápoles, participa también en ellas y prepara la visita canónica del Cardenal Spinelli a Nápoles y sus aledaños. A pesar de su permanente estado enfermizo, sigue predicando en los caseríos hasta finales de abril de 1741 cuando, ya muy enfermo, vuelve a Nápoles donde muere el 30 de junio a la edad de 42 años.
Sus restos descansan en Ciorani, primera iglesia redentorista y fundación proporcionada por su propia familia. Actualmente, junto al sepulcro del Beato Sarnelli, viven los Novicios Redentoristas de Europa Sur.El 12 de mayo de 1996, el Papa Juan Pablo II lo beatíficó en la Plaza de San Pedro.
Genaro Sarnelli nos ha dejado en herencia unas 30 obras dedicadas a la meditación, a la teología mística, a la dirección espiritual, al derecho, a la pedagogía, a la moral y a diversas temáticas pastorales. Su actividad social en favor de la mujer oprimida y marginada le ha merecido el ser considerado entre los autores que con mayor autoridad han afrontado esta temática en la Europa de la primera mitad del siglo dieciocho.
Beato Pedro Donders
Los primeros pasos de un hombre sencillo
El Beato Pedro nace el 27 de octubre de 1809 en la aldea de Heikant, cerca de Tilburg en el Brabante holandés, y será bautizado el mismo día en la iglesia de Het Goirke. Es hijo del tercer matrimonio de Arnaldo Donders con Petronila van den Brekel. Anteriormente el padre tuvo dos hijos, que murieron en pocos días, y una hija que muere a los 14 años, dos años antes que su segunda mujer. Pedro tiene otro hermano, Martirio que nace inválido; también él era muy débil desde su nacimiento.
Cuando contaba 6 años murió su madre. Su padre se casa por cuarta vez buscando una madre para sus hijos y una felicidad que no acababa de llegar. Su casa era humilde y pobre, de un solo cuarto, de suelo de arcilla con dos camas-armario, en donde el padre trabajaba como tejedor, oficio que durante muchos años va a ejercer Pedro, a quien cariñosamente llamaban Peerke. Acude a la escuela del maestro Drabbe, hasta los 12 años que tiene que trabajar para su familiar en el telar, dedicándose con gran interés a la catequesis para niños con tal valía que el cura le da el título oficial de catequista.
Llegar a ser lo que uno quiere ser
A Pedro le gustaría ser sacerdote, pero su delicada salud será un problema. Siente gran gusto por la oración, dejándose arrastrar durante todo el día por la oración, incluso tejiendo. Busca la felicidad alejándose de su propio centro, situándolo en Dios y los pobres.
Su debilidad le incapacita para el servicio militar, así que decide ser sacerdote. El cura del pueblo lo envía como alumno-empleado a la Escuela Apostólica Beekvliet, donde sobre todo trabajará, hasta los 23 años que comienza a estudiar. Como no podía pagarse los estudios, trabajaba fuera de las clases en el mismo seminario. Fueron 6 años en el Seminario menor, años de estudio duros y lentos, donde había una gran diferencia de edad entre él y sus compañeros. Se burlaban de él por su torpeza, pero se hizo amar y respetar por todos, por su carácter afable y sencillo.
A sus 29 años inicia estudios superiores en el Seminario Nieuw Herlaar (próximo a Beekvliet). Aquí se acentúa su interés por las misiones en el extranjero, haciendo apuestas para conseguir dinero para las mismas. Se siente atraído por las misiones en EEUU del jesuita Desmet. Ante esta inquietud el Rector del seminario le orienta para hacerse religioso. En Holanda no podría ser, ya que Guillermo I había prohibido la admisión de novicios en cualquier comunidad religiosa de su territorio. Llaman a las puertas de los Jesuitas, Franciscanos, y Redentoristas belgas de Sint Truiden, los cuales no lo admiten, por falta de talento, conocimiento, o demasiada edad. Curiosamente 30 años más tarde tomará el hábito Redentorista en su querido Surinam.
En 1839 va al seminario de Hausen para continuar sus estudios de Teología, en los que destacará más que en Filosofía. Pedro va a estar siempre muy cercano a todo el mundo, en el seminario y en sus vacaciones con su familia, viendo en el otro siempre a Dios. En el seminario un año antes había tenido una conversación con Monseñor Jakobus Grooff, ofreciéndose para ir junto a él a la misión del Surinam, cuando fuese sacerdote. El 15 de junio de 1841 es ordenado sacerdote en Oergstgeest por el obispo van Wijckerslooth.
Surinam: la misión de su vida
Deseoso de partir para América -el viaje tarda un año en llegar- durante este tiempo conoce el trabajo de los Redentoristas holandeses en las misiones en Tilburg, su pueblo natal, de la mano del Padre Bernad Hafkenscheid. Pedro quedó muy impresionado y estimulado en su fervor apostólico.
Por fin desembarca en Paramaribo (Surinam), tras mes y medio de un viaje largo y duro: “finalmente he llegado a mi destino, a donde me llamó el Señor y su diestra me llevó”; era el 16 de septiembre de 1842, y tenia casi 33 años. Durante los primeros 14 años que pasa en Paramaribo junto al obispo Grooff, va a descubrir la miseria religiosa y moral tanto en los blancos como los de color, con signos de idolatría e incontinencia como promiscuidad, pobreza, suciedad, alcohol, prostitución, una situación de “corrupción total de la moralidad” - dirá él mismo.
Tras el recibimiento de Monseñor Grooff, éste le presenta el gran campo de trabajo: 140.000 km2 de extensión (cuatro veces Holanda), clima tropical con abundantes tormentas y mosquitos, extensiones de selva, ríos y barro, multitud de enfermedades y gran diversidad de razas: indios, negros cimarrones, esclavos nacionales (46000), 140000 blancos, holandeses, ingleses, franceses, alemanes, portugueses… y, además, muchos leprosos...
Oración y trabajo
Para combatir esta difícil situación, Pedro Donders se apoyará en la oración, el esfuerzo personal y la mejora de la vida de toda esa gente. Aprenderá el inglés de los negros, y se dedica al cuidado de todas las personas. Su vida de oración permanece sólida. Desde las 5 de la mañana ya está rezando en la iglesia; después de la Eucaristía estará ¾ de hora en acción de gracias, y luego se dedica a la catequesis de niños.
Lo más duro de su día a día serán las visitas bajo el sol tropical o la lluvia, así como la indiferencia, disgusto, odio y amenazas de las gentes sobre todo de los propietarios de esclavos europeos.
Tanto trabajo va a aumentar cuando el Papa Gregorio XVI propone a Monseñor Grooff como Vicario Apostólico para Indonesia. Surinam y Pedro van a sufrir su ausencia, intentan que el nombramiento no se produzca, pero sólo se retrasa en el tiempo, pues están pasando una epidemia de disentería que afecta al obispo. Muere el capellán, y Pedro Donders asume todo el trabajo desbordado por tantos enfermos y hasta 5 entierros diarios.
Tal situación se prolongó durante 4 meses. El obispo Grooff parte, y es monseñor Schepers, el misionero mayor quien se pone al frente de la misión del Surinam, aunque debido a su estado enfermizo, será Pedro el responsable real de todo. Las actividades aumentan. Ahora Pedro también atiende a los esclavos de las haciendas, aun más miserables que los de la ciudad, mostrando gran indignación por la situación en que se encontraban. Para ello tiene que remontar ríos y selva sobre un tronco, y limpiar las chozas. Ha de enfrentarse a los propietarios para acceder a los esclavos, embrutecidos por los muchos abusos que sufrían sobre todo sexuales, y a quienes les enseñaba las verdades de la fe.
Los leprosos de Batavia
En 1856 es nombrado capellán de los leprosos de Batavia, que había visitado a su llegada al país, junto a Monseñor Grooff, allá por el 1842, y a donde deseaba ir para estar con esos pobres necesitados de toda curación. Allí trabajará 27 años como pastor moderno y gran trabajador social.
Mejoró la situación material, ya que estaban en un estado de putrefacción, sin enfermeros, ni alimentos, teniéndose que cuidar y alimentar entre los propios enfermos. “Era la destrucción más grande en cuerpos vivos humanos que jamás yo he visto” - decía el médico van Hasselaar, y Donders decía que “parecía más una pocilga que una morada humana”. Pone suelo de madera y camas en las chozas, consigue alimento con gran dificultad, daba lo suyo al más hambriento, y puede enterrar a los difuntos en ataúdes dignos. Todo este trabajo sin descuidar su oración mañanera, la eucaristía, y acción de gracias antes de ponerse en faena cada día.
Además de todo ese trabajo físico, no deja su misión espiritual, chocando incluso con los leprosos, que eran gentes carentes de moralidad. Todo su trabajo y su existencia eran para los demás, su centro, Dios y los hermanos leprosos. Todo para buscar la salvación total del hombre.
Misionero Redentorista
En 1863, Guillermo III de Holanda declara el fin de la esclavitud, incluyendo la libertad religiosa en sus territorios. Desde Roma se envía a la Congregación del Santísimo Redentor de Holanda al Surinam, para hacerse cargo de la misión. Dos de los cuatro curas seculares que allí estaban, vuelven a Holanda. Otros dos, PEDRO Donders y Romme, ingresan con los redentoristas. Es el año 1865, han pasado 30 años desde que intentara entrar en la Congregación en Bélgica, y Pedro cuenta ya con 57 años.
Está dos semanas de experiencia comunitaria en Paramaribo, y decide comenzar el noviciado. Durará 6 meses, y como maestro Monseñor Swinkerls, que dice del novicio: “poseía en toda plenitud el espíritu de la Congregación Redentorista”. El día de san Juan de 1867 realizará los votos en Paramaribo, la capital.
Betavia: leprosos, indios, negros y esclavos
Vuelve a Batavia, ya como misionero redentorista, junto a otros hermanos, para estar con los leprosos, y al ser los misioneros más, Pedro quiere más trabajo, y atiende también a los indios, buscándolos entre la selva. Va a catequetizarlos, predicarles con láminas y dibujos, incluso con el harmonium. Pero los indios parecen ser ociosos y supersticiosos. Hasta tal punto Pedro denuncia esta situación que los curanderos le atacan y le amenazan si bautiza a los indios. Pedro aguantó heroicamente la situación, y los indios se convirtieron, abandonando la superstición y el vicio.
En 1869, también se acerca hasta los negros cimarrones, esclavos sacados de África para trabajar duramente en grandes extensiones propiedad de europeos. Éstos se agrupaban en bandas que luchaban entre sí, y sobre todo contra el blanco opresor, igualmente eran supersticiosos e inmorales, aún más salvajes y feroces que los indios. Las denuncias de Pedro a esta situación, que combate a todos los niveles (entre ellos y ante los poderosos y propietarios) le costarán caras, y supondrán su gran cruz: “El trabajo entre los negros cimarrones no va bien. También la adversidad y la cruz vienen de Dios, y nada se realiza sin la cruz”, escribía Pedro de la situación que estaba viviendo con los negros.
En 1883 los leprosos piden que les nombren otro capellán debido al estado de salud del anciano padre Donders. Fueron 40 años de trabajo intenso en Surinam, 16 como redentorista y 74 de edad, cuando se retira a la comunidad de Paramaribo, en la que sigue con el trabajo apostólico como un sacerdote joven. Allí vive años felices, entre las bromas de los hermanos, sobre su avanzada edad al ingresar en la Congregación, “cada día me doy más cuenta de cuán grande es la felicidad de la vocación en esta Congregación y en convivencia con los hermanos”, escribía nuestro querido Beato Pedro Donders. A los 8 meses es trasladado a Coronie, donde es operado del riñón varias veces en los 2 años que está allí.
Murió entre los más pobres
En 1885, vuelve a Batavia, al enfermar el Padre Bekkers, capellán del lugar. A sus 77 años y una delicada salud, seguirá trabajando con los leprosos, indios y negros durante un año más. Para él, los enfermos eran presencia clara y real de Jesucristo sufriente en la cruz.
A finales de 1886 visita por última vez a los enfermos. Celebra la eucaristía el día de Navidad, y predica el día 31. La nefritis que padece se agrava, y el médico no le suministra medicamento. El día 12 de enero de 1887 dice al P. Bekkers: “ten aún un poco de paciencia. Moriré el viernes a las tres”. Así, el viernes 14 de enero de 1887, a las tres de la tarde, tras una larga vida de oración continua, de trabajo sin cesar y mucho sufrimiento, Pedro Donders morirá en Batavia, rodeado de los abandonados a los que se entregó toda su vida.
Su cuerpo permaneció allí 13 años, hasta el traslado de la leprosería a la Fundación san Gerardo en Gravestraat en Paramaribo. Sus restos reposan en la catedral de Paramaribo desde 1921, ya que su fama de santidad era reconocida por todos los habitantes de la antigua colonia holandesa. Era el Apóstol de los Leprosos, de los Indios, de los Cimarrones, etc. El 23 de mayo de 1982, S.S. el Papa Juan Pablo II lo declaró Beato para toda la Iglesia.
Beato Francisco Javier Seelos
La actualidad de la atención pastoral a los inmigrantes
El asomarse a la biografía del beato Francisco Javier Seelos (1819-1867) es como abrir una ventana y respirar aire fresco. La vida del padre Seelos refleja una espiritualidad moderna, de entrega por los inmigrantes. Tras dejar con valentía e idealismo su patria alemana con sólo 24 años, se une en los Estados Unidos a un puñado de misioneros redentoristas. Lo que encontró Francisco en América no resultó nada romántico: una enorme población de inmigrantes sumidos en la pobreza, en la enfermedad, sin hogar y rechazados. El padre Seelos, en cambio, ante tal desolación, no se desanimó ni les abandonó.
El padre Seelos día tras día llevaba la ilusión y el amor de Cristo Jesús a los hombres sin esperanza. Trabajaba para aliviar las cargas de tantas personas explotadas y marginadas. A diferencia de la mayoría de los grandes santos, Francisco no fue un destacado prelado, místico o mártir. No escribió ningún texto significativo ni sobresalió por su teología. Más bien, su aportación quedó grabada en las personas individuales, a las que prestó ayuda directa y personal en sus necesidades diarias. El padre Seelos es modelo de sencillez y de entrega al servicio de Dios y de los demás, a los que les señalaba el camino hacia Dios a través de los acontecimientos diarios de la vida.
Redentorista en tiempos críticos
Francisco Seelos sirvió a la Iglesia Católica en los Estados Unidos de América durante un periodo crítico de su historia. Por los años 1820, la Iglesia había conseguido proveer de unas estructuras formales, aunque aún no sólidas, de atención pastoral a los inmigrantes católicos. Pero en 1843, cuando llegó Francisco a Nueva York, los recursos y los ministros de la Iglesia se sentían desbordados ante las nuevas olas de inmigrantes. Los alemanes, en particular, se encontraban en un gran aprieto, ya que pocos sacerdotes hablaban su idioma. Y, por eso, muchos abandonaban la práctica de su fe y se unían a las otras iglesias no católicas. Los obispos católicos del Nuevo Mundo eran perfectamente conscientes de las urgentes necesidades pastorales de los nuevos inmigrantes, (situación muy similar a la actual con los inmigrantes de habla española en los Estados Unidos).
A comienzos de 1830, los obispos americanos hacían frecuentes llamadas a la Iglesia europea, pidiendo ayuda. De los primeros en responder fue el padre José Passerat CSSR, superior de los redentoristas trasalpinos. En 1832, seis miembros de la Congregación del Santísimo Redentor -tres sacerdotes y tres hermanos- llegaron a América.
Once años más tarde, Francisco se unió al pionero grupo de misioneros redentoristas para dedicar el resto de su vida al servicio pastoral de la Iglesia norteamericana. Trabajó como párroco, misionero, profesor del seminario, director de estudiantes, catequista y confesor. El padre Seelos tenía unas cualidades excepcionales, especialmente en lo referente a la confesión y a la predicación, cualidades cimentadas en una fe robusta.
24 años más tarde de su llegada a Nueva York, el padre Seelos moría a causa de la fiebre amarilla con gran sentimiento de la población, especialmente de los inmigrantes. Miles de personas de diferentes razas, nacionalidades y clases abarrotaban la Iglesia de Santa María de la Asunción en Nueva Orleáns, esperando horas enteras para orar delante del ataúd del padre Seelos. Recuerdan aún el hecho los hijos y nietos de aquellas personas, los cuales son los que ahora están promoviendo la causa de canonización. El 9 de abril del 2000, en la plaza del Vaticano, el Papa Juan Pablo II beatificó a Francisco Javier Seelos. Reconocía así su santidad y preparaba el camino para la eventual canonización. El padre redentorista Tomás D. Picton, superior viceprovincial de New Orleans, señalaba: “La beatificación del padre Seelos es un testamento a su vida de trabajo por la misericordia y compasión, que alienta hoy a tantas personas que se sienten extranjeras, alejadas, marginadas y privadas de derechos en la nueva comunidad de la familia humana”.
La lección que brota de la vida de Francisco Javier Seelos procede de su padre fundador, San Alfonso: “Es un gran error decir que Dios no quiere que todos seamos santos. Dios quiere que todos alcancemos la santidad, y cada uno según su estado de vida: los religiosos como religiosos, los laicos como laicos, el sacerdote como sacerdote, la persona casada como casada, el mercader como mercader, el soldado como soldado, y así sucesivamente, cada uno según su estado de vida”. A través de su vocación al sacerdocio y a la vida religiosa, Francisco Javier Seelos encontró sus más profundos tesoros: alegría y santidad.
La vida como historia de santidad
Francisco Xavier Seelos nace el 11 de enero de 1819 en Füssen, en la católica región de Baviera (Alemania). Es bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de san Mang. El deseo de ser sacerdote es muy temprano en él, admirado por las cosas del Evangelio. En 1842, tras concluir sus estudios de filosofía entra en el seminario diocesano.
Después de encontrarse con los misioneros Redentoristas, decide ingresar en esta congregación y ponerse al servicio de los inmigrantes de lengua alemana en Estados Unidos. Es recibido en la Congregación de los Misioneros Redentoristas el 22 de noviembre de 1848. Al año siguiente zarpará hacia Estados Unidos desde Le Havre, Francia, para llegar a New York el 20 de abril de 1843.
El 22 de diciembre de 1844, terminado el noviciado y completados sus estudios de teología, Seelos es ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de St. James en Baltimore, Maryland, USA. Tras su ordenación, trabaja durante nueve años en la parroquia de Santa Filomena en Pittsburgh, Pennsylvania, primero en calidad de vicepárroco con san Juan N. Neumann (el primer santo de los Estados Unidos de América), superior de la comunidad religiosa redentorista, y, más tarde, durante otros tres años, como párroco siendo ya él mismo Superior de la comunidad. Durante este tiempo, ocupa también el cargo de Maestro de Novicios. Con san Juan Neumann su principal ocupación era predicar misiones en diferentes poblaciones. Seelos comenta así su relación con Neumann: “Me ha introducido en la vida activa”, y “me ha dirigido como director espiritual y confesor”. Su disponibilidad e innata amabilidad, su atención a las necesidades de los fieles hacen pronto de él una figura bien conocida como confesor experto y director espiritual hasta el punto de que vienen a él también de otras ciudades cercanas.
Fiel al carisma redentorista, lleva un estilo de vida modesto y se expresa con palabras sencillas. La temática de sus predicaciones y homilías, ricas en contenido bíblico, es fácil de entender incluso por la gente más sencilla. Una constante de su pastoral es su empeño por dedicarse a la formación de la fe de los pequeños. No solamente apoya este ministerio, sino que lo cree fundamental para el crecimiento interior de la comunidad cristiana de la parroquia.
En 1854 es trasladado de Pittsburgh a Baltimore y, más tarde, en 1857, a Cumberland. En 1862 lo vemos ya en Annapolis, siempre ocupado en el servicio parroquial y entregado a la formación de los futuros Redentoristas en calidad de Prefecto de Estudiantes Teólogos Redentoristas. También aquí, es fiel a su imagen y continúa siendo pastor, amable y alegre, siempre atento a las necesidades de sus estudiantes y atento también a su formación académica. Se dedica sobre todo a infundir en estos futuros misioneros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico por el bien espiritual y temporal de la gente.
En 1860 es presentado como candidato a Obispo de Pittsburgh. Para el Padre Seelos no era una buena noticia, y pide a Dios y a quien puede que se le libere de esa candidatura. El Papa Pío IX lo dispensa de esta pesada responsabilidad. El Padre Seelos se dedicará del 1863 al 1866 a la vida de misionero itinerante predicando en inglés y en alemán en los estados de Connecticut, Illinois, Michigan, Missouri, New Jersey, New York, Ohio, Pennsylvania, Rhode Island y Wisconsin.
Tras un breve período de ministerio parroquial en Detroit, Michigan, en 1866 es destinado a la comunidad redentorista de New Orleans, Louisiana. También aquí ejerce de párroco de la iglesia de la Asunción de Santa Maria. Es para los fieles un párroco alegre, disponible y singularmente sensible a las necesidades de los más pobres y de los más abandonados. Pero en los planes de Dios este ministerio en New Orleans está llamado a durar poco. En el mes de septiembre, exhausto tras haber visitado y cuidado a las víctimas de una epidemia de fiebre amarilla, contrae la terrible enfermedad. Tras varias semanas de enfermedad, que padece con santa resignación, pasa a la vida eterna el 4 de octubre de 1867 a la edad de 48 años y 9 meses.
Su Santidad el Papa Juan Pablo II proclamó al Padre Seelos Beato en la Plaza de San Pedro, el 9 abril del Solemne Año Jubilar 2000.
Beato Gaspar Stanggassinger
Primeros pasos, estudios y vocación religiosa
Nace en una familia humilde y trabajadora en el año 1871 en Berchtesgaden (Alemania). Es el segundo hijo de 15 hermanos. Desde pequeño siente deseos de ser sacerdote, y con 9 años, siendo monaguillo, escucha la llamada de Dios a entregarse a su servicio.
Con 10 años inicia estudios en Freising, pero no destaca por su talento. Tres años después ingresa en el seminario, mejorando en los estudios por su alegría y tesón. El profesor Plenther le admite hacer Voto de Castidad con sólo 16 años. Escribe su “diario espiritual” (todo es gracia), y siente gran devoción al Espíritu Santo, quien todo lo hace, su fundamento espiritual. En 1889, sufre la fiebre tifoidea y tras realizar una confesión general y recibir los sacramentos, se recupera rápidamente. Es su gran conversión. Fruto de los ejercicios espirituales, y de sus vacaciones en su pueblo se va forjando su carisma, centrado en Cristo, dedicación a los más pequeños, y acompañar a los jóvenes en el conocimiento de Jesús. Acabado el Bachiller, ingresa en el Seminario Mayor, destacando su interés por la Filosofía (Sto. Tomás), y por las Ciencias Naturales debido a su profesor Max Westmeier. Obtiene “cum laudem” en dogmática, y Sagrada Escritura, y siente pasión por la historia de la Iglesia.
Vocación redentorista
El acercamiento a los redentoristas es progresivo, desde que en 1887, realiza una confesión general en Dürnberg, desde entonces se confiesa con redentoristas. Será en 1892, tras una excursión con el seminario, y haber rezado el rosario, cuando orando ante la Virgen de Altötting, escucha: “vete a Gars, junto al rio Inn, con los redentoristas”. Tiempo después escribe: “me he dado cuenta que con los redentoristas puedo vivir una vida con Dios, en Dios y para Dios”. Dejó el seminario y fue a casa de sus padres, quienes se opusieron a la decisión, sobre todo por que los redentoristas en Alemania habían sido prohibidos por la ley Kulturkampf de Bismark, por considerarlos nocivos para el Estado. El 6 de octubre de 1892 comienza su noviciado en Gars, tomando el hábito el 29 de noviembre. En ese tiempo escribe a sus padres para tranquilizarlos. Tiene por maestro a J. Frankenberger, quien cree en extrañas revelaciones, sobre este asunto escribe Gaspar: “Los elevados misterios no son para mí. Lo esencial se encuentra en el Evangelio, para mi son incomprensibles… me limito a las verdades elementales, a la vida eterna, encarnación, redención y al Santísimo Sacramento”.
Tiene dificultades para entender a un novicio, a quien no aguanta, y siente deseos de abandonar el noviciado. Esta etapa viene marcada en su espiritualidad por su apertura total a Dios y fidelidad sólo por su amor. El camino que sigue viene marcado por mortificaciones, oración, visitas regulares al Santísimo, 4 exámenes de conciencia diarios, retiros y ejercicios de piedad. Con ello busca un mayor compromiso, ser modesto y confiar en Dios: “mi única vocación es hacer la voluntad de Dios”. El 16 de octubre de 1893 hace la profesión religiosa en Dürrnberg.
Teologado y ordenación
Continúa sus estudios teologales en Dürrnberg, bajo la dirección del P. Rieger, de quien queda impresionado por su ciencia, y anota una de sus frases: “Quien estudia la Teología sin rezar, fácilmente puede convertirse en un loco peligroso”. Los serios propósitos del noviciado los sigue manteniendo, con la meditación, oración sencilla y contemplación, cuidando así su vida interior: “nuestra vida interior es nuestra verdadera vida”.
En esta época se propone cuidar su atención a los demás, ser más respetuoso, comprenderlos mejor, ser más amable y no sermonear ni juzgar. Todo un estilo de vida, de honestidad y sencillez que le acompañará toda su vida. El 28 de diciembre de 1893 recibe el subdiaconado en Ratisbona; el 21 de septiembre del año siguiente, el diaconado. Finalmente es ordenado sacerdote en la misma ciudad el 16 de junio de 1895, cuando tan sólo tenía 24 años, y canta misa en su pueblo natal el día 24 del mismo mes. Tras los ejercicios para prepararse para la ordenación, escribió: “…en la predicación debo evitar la palabrería vacía y aburrida. Predicaré únicamente la palabra de Dios y no la mía”.
Trabajo pastoral
Tras ser ordenado es destinado al Seminario Menor de futuros Misioneros Redentoristas de Dürrnberg, como profesor y encargado de estudios. Sus cualidades personales, le hace ganarse rápidamente la confianza de los chicos. Su cordialidad, disponibilidad, afecto, humildad, comprensión y bondad, no le impiden ser firme y prudente en su trato y decisiones.
Tras estudios sobre la enseñanza, se decanta por un nuevo estilo estimulante, que no obligue a nadie, tolerante, paciente y entregado, en que se obedece sólo por amor, porque se quiere y no porque se debe, un estilo alegre y sereno. Nunca castiga ni reprende. Si algo está mal, los llama aparte, y si se equivoca les pide perdón en público, incluso de rodillas. Apuesta por una formación integral de los jóvenes, donde haya juego, deporte y otras manifestaciones, orientando hacia la madurez personal y el equilibrio interior, fundamentándolos siempre en Cristo. También propone unos días de vacaciones para los alumnos con sus familias. Se vuelca en la dedicación hacia los alumnos, especialmente con los enfermos.
Además de este trabajo, se encarga de la contabilidad del seminario, de elaborar los nuevos estatutos de la casa, y de los programas de estudio. En la comunidad, hace de reconciliador entre los hermanos, buscando el entendimiento entre jóvenes impacientes y superiores exigentes.
A sus 26 años, es el encargado de los postulantes, quienes le tienen gran cariño por su amistad, sencillez y cercanía, llegando a decir de Gaspar: “le gustaba pasar el rato y entretenerse sentado con nosotros”. Aunque le hubiese gustado haber ido de misiones, Gaspar se siente plenamente misionero en su trabajo pastoral en el seminario, y también en su confesionario, y sus predicaciones sencillas, destacando las referentes a María. Stanggassinger dice de sí mismo: “soy una caña hueca a través de la cual habla Dios”. En 1897, el intenso trabajo le desborda y entra en un estado de tensión y agotamiento, aun así, seguirá trabajando con toda su fuerza.
Últimos días
Los últimos días de su vida, transcurren rápidamente en Gars, al ser trasladado el Seminario Mayor hasta esa ciudad. Llega el 11 de septiembre de 1899, y el día 13 dirige unos ejercicios espirituales para los alumnos, en los que presiente su final.
El día 22 se siente cansado y sin fuerzas, con fuertes dolores de vientre: “…ahora veo la diferencia entre predicar sobre la paciencia y sufrir con paciencia el dolor”.
El 24 de septiembre, tras celebrar la eucaristía en la enfermería, pide la unción, que la recibe al día siguiente. Diagnosticada una apendicitis que se vuelve peritonitis, se rodea en sus últimos momentos de los jóvenes a los que les predica de la siguiente manera: “Honrad y amad a la buena Madre, visitar a Jesús Sacramentado”. Tras recibir la comunión y hacer una oración de San Alfonso, muere en la madrugada del día 26 de septiembre de 1899 en la ciudad de Gars. Tan sólo tenía 28 años.
Tras su muerte, el seminario queda en un gran desconcierto, hay que asignar un nuevo director, ya que dos días antes Gaspar había sido nombrado director. Sus alumnos lo reconocen rápidamente como modelo de santidad, y comienzan a pedir su intercesión.
Modelo de santidad
En 1935, el mismo día que da comienzo el proceso de canonización, se produce el primer gran milagro, al ser curada de un tumor de estómago sor María Teófilo. Sus reliquias se veneran en una capilla de la Iglesia Redentorista de Gars. En 1986 el Papa Juan Pablo II lo declara Heroico en la práctica de las virtudes cristianas. Y finalmente el 24 de abril de 1988 lo declara Beato de la Iglesia Universal en Roma.
Su vida, testimonio vivo, ejemplo y modelo de los Redentoristas en una vida sencilla y totalmente entregada a hacer la voluntad de Dios con amor y negación de sí mismo. Hacer de su vida en humildad sencilla y alegre una oblación, prolongación de la Redención de Cristo.
El Beato Gaspar Stanggassinger, no destaca por los hechos extraordinarios. Destaca por su forma de vivir en la vida ordinaria, por su encuentro con Cristo en todo, por seguirlo con decisión y coherencia. Es un modelo de sencillez, que se toma en serio la realidad terrena, que ama la naturaleza, y disfruta de ella y de la familia y amigos, sin abandonar en ningún momento su vida espiritual y religiosa, sin exageraciones, de una forma sencilla y humilde.
En la Provincia Redentorista de España es el Patrón de los formadores y formandos (postulantes, novicios y estudiantes teólogos) y de las vocaciones a la vida misionera redentorista.
Beato Dominick Metodij Trcka
Llamado a trabajar por la unidad de la Iglesia
Dominick Trcka nace el 6 de julio en Frydlant nad Ostravici (actualmente República Checa), último de los siete hijos de Františka Šterbova y Tomaš Trcka. Fue bautizado el día siguiente de su nacimiento, el 7 de julio de 1886. Crece en una familia católica donde recibe una buena educación cristiana. Una de sus hermanas fue religiosa.
Dominick comenzó sus estudios en la escuela elemental de Frydlant y después paso al instituto de Mistek. Durante el curso 1902/1903 comenzó a frecuentar la clase sexta del Jovenado Redentorista a Cervenka. Tras esos contactos, decidió entrar en la Congregación del Santísimo Redentor. La etapa siguiente de su vida religiosa fue su ingreso en el noviciado de Bilsko que comenzó en agosto de 1903. Emite la profesión religiosa el 25 de agosto de 1904 (curiosamente la fecha de su martirio).
Después del noviciado continuo los estudios de filosofía y teología en el seminario redentorista, en Oborišt. Aquí se llenó de los ideales de los Santos Hermanos Cirilo e Metodio, primeros evangelizadores de Europa Oriental y Patronos de Europa. Ambos son los fundadores de esas iglesias y los creadores de sus caracteres en la escritura. Trcka quería con todo el corazón trabajar en el campo de la unidad de la iglesia. En su rara correspondencia aparece con evidencia que esperaba con gloria el día de su ordenación sacerdotal. El 17 de julio de 1910 es ordenado presbítero por el arzobispo de Praga, el cardenal Leo Skrbensky. Después de su primera misa, celebrada el 18 de julio en San Kajetan a Praga, regreso a Oborište para terminar el ultimo ano de estudios teológicos.
De Oborište fue trasferido a Praga (1911) donde comenzó, bajo la guía del P. Fratišek Polepil, para el segundo noviciado y donde continuará como misionero. Sus superiores dan los siguientes informes: “El Padre Trcka, preparando la predica, quiere ser original. No siempre lo consigue, pero acepta las criticas. En cuanto a la proclamación, lo hace bien, afablemente”. En diciembre de 1914 fue transferido a Svata Hora, donde trabajo como misionero. Cuando el P. Sorko, a causa de su mala salud, deja el trabajo entre los emigrantes Croatas, el P. Trcka rápidamente se muestra disponible a asumir un encargo tan delicado. Así inicio la actividad de guia espiritual entre los Croatas, que se convirtieron “en sus abandonados” y que sirvió en el ministerio de la caridad, mostrándose imagen del amoroso Padre Celeste. Se entrego con todas sus energías en la transmisión de la fe, sobre todo con la catequesis y la celebración de la santa liturgia, celebrada para los Croatas, Eslovenios y Rutenos, sea para los fugitivos como para los soldados del hospital de Pribran. Parecía que donde ocurría alguna cosa entre los eslavos, allí aparecía “casualmente” el P. Trcka.
Misionero entre los greco-católicos
El 2 de agosto de 1918 se encontraba en la comunidad de Svata Hora cuando fue trasladado a Brno, para trabajar entre los greco-católicos, según mandato del Padre General de los Redentoristas: “El reverendísimo P. General ha nombrado a usted y al P. Stanislav Nekula como misioneros en Halic, para los greco-católicos. Deberán partir apenas las condiciones lo permitan”. Estaba en curso la guerra polaco-ucraniana, aunque ésta termino pronto y sin grandes catástrofes. Por fin se cumplía el gran deseo del Padre Trcka de celebrar en rito oriental y trabajar por los cristianos de tradición eslava. Parte, junto al P. Nekula, a Galizia. Llegan a Leopolis agotados por el viaje, pero felices de estar ya en casa. Los padres belgas que atendían a los greco-católicos se sorprendían solo de la rapidez con la que aprendían la nueva lengua, el rito y la tradición oriental. En este lugar recibe el P. Dominik el nombre de Metodio, en honor de uno de los dos Santos Apóstoles de las Iglesias Orientales. En todo era guiado y acompañado casi siempre por Nikolaj Carnecky, otro futuro beato mártir redentorista, que en este periodo era tan sólo novicio. El cambio, a pesar de ser deseado, no fue fácil: nueva lengua, nuevo rito, nueva cultura.
En enero de 1920 se funda el convento de Stanislavov (hoy Ivanofrankivsk) al que es destinado el P. Metodij. Como el mismo escribe en la carta a los superiores, había tanto trabajo que no encontraban tiempo para la misión que tenían. Al inicio de octubre de 1921 el P. Provincial llama de nuevo al P. Trcka y al P. Nekula a Galizia. Irán a Eslovaquia en diciembre, a la Comunidad de Stropkov. Se intensificaron los trabajos de apostolado en la diócesis de Prešov, se abrieron nuevos campos para las misiones de S. Giosafat, el culto a la Virgen del Perpetuo Socorro, la fiesta anual a Maria, los ejercicios espirituales y los retiros para los seminaristas, curas y religiosos: estas eran las obras apostólicas en las que trabajaba. Su preocupación primordial era estar al servicio del pueblo de Dios, ofrecer instrumentos para una aumento de los valores morales, reconstruir y consolidar la conciencia católica entre los greco-católicos -a menudo infravalorados tanto por romano-católicos como por ortodoxos-. Las misiones populares gozaban de gran respuesta y popularidad.
El estado de guerra permanente no permitía realizar muchos proyectos, y se presentaba como un obstáculo difícil de superar. Para el estado Eslovaco, los redentoristas de Michalovce eran sospechosos, tanto por su nacionalidad checa, como por ser considerados fanáticos religiosos (ya que no eran ortodoxos); otros les acusaban de hacer propaganda checa. Hicieran lo que hicieran, siempre se interpretaba mal su actuación y buscaban la forma de expulsarlos del país. La situación empeoró todavía más en 1940, cuando el obispo de Prešov Gojdie escribió una carta pastoral, y el P. Metodio fue acusado por la policía de difundir la carta y actuar contra el estado.
El 21 de diciembre de 1945 se creaba la nueva Viceprovincia de Michalovice, de Redentoristas de Rito Greco-Católico, independiente de los redentoristas de rito latino o romano. Su primer superior viceprovincial fue P. Metodij Dominick Trcka. Cuando acepto el encargo entre otras cosas dijo: “¿Qué es esta nueva viceprovincia? Somos los aquí presentes. Depende de nosotros y de cómo la construyamos”. Era un entusiasta para todas las iniciativas y tenía en consideración las buenas propuestas. En los años 1946-48, el P. Trcka se empeñó en la fundación de nuevos monasterios en Stropkov y Savinov, la reconstrucción de la iglesia de Stropkov y la formación de los jóvenes redentoristas. Fue un periodo de desarrollo y de grandes esperanzas para el futuro. Como se ha podido ver con el paso de los años, no todos los proyectos se realizaron, porque cuando el partido comunista llegó al poder, la actitud hostil del Estado contra la Iglesia aumentó. Los redentoristas eran controlados, sobretodo en la iglesia durante las homilías y predicaciones. El superior, P.Metodij, era requerido en los despachos en muchas ocasiones, donde se le reprochaba que permitía abusar del pulpito en contra del régimen actual. El 19 de julio de 1948, la policía entró en el convento y registró la casa, no encontrando nada comprometedor.
El régimen comunista y la Iglesia
La presión del régimen comunista contra la Iglesia aumentaba. El P. Metodij, como superior de los redentoristas greco-católicos, sentía los efectos. Fue abolido el jovenado para futuros misioneros redentoristas de Michalovice y suprimida una revista muy popular de los redentoristas. Hasta la misma viceprovincia fue disuelta por el régimen comunista, por lo que los redentoristas greco-católicos se vieron obligados a pasarse a la viceprovincia de los redentoristas de rito latino. El P. Trcka es obligado a irse de Michalovce y se instala en Sabinov, donde continuaba guiando secretamente a los miembros de la viceprovincia. Esta situación duro hasta la noche del 13 de abril de 1950, día en que el gobierno comunista checo suprime todas las comunidades religiosas del país.
Cerca de las once de la noche, se oyó un estruendo muy fuerte en la puerta del convento. Cuando el hermano Nikifor abrió la puerta de la comunidad, ve delante de él a un grupo de enviados a suprimir la comunidad de los redentoristas de Sabinov. El P. Trcka y el hermano Nikifor son llevados a Podoline. Los enviados por el régimen informan así a sus oficiales: “En los documentos he encontrado material que le compromete: una carta del P. Mastiliak de 1937, en la cual Roma agradece por las buenas noticias que venían de la Eslovaquia oriental. Carta dirigida a P. Trcka. Además hemos encontrado el pasaporte del P. Trcka. Estas cartas junto con otros materiales han sido retirados por la policía de estado. La intención de P. Metodij Trcka acerca de su viaje al exterior están confirmados también en esta circunstancia. Hasta hace un día ha estado buscando astutamente una nueva legalidad, probablemente bajo otro nombre, por que ha estado en el barbero de Sabinov y le ha dicho que se debía cortar la barba.” Por esta “Hoja de cargos”, una simple carta de un cohermano y la historia inventada del intento de fuga al exterior con un pasaporte falso, el P. Metodij fue condenado en juicio sumarísimo, a 12 años de sufrimientos en las cárceles. Recibe esta cruz con esperanza y confianza en Dios, que da la cruz pero también la fuerza de soportarla.
El martirio: interrogatorios, cárcel y maltratos
El P. Metodij fue a Podoline sólo por un breve periodo de tiempo. En mayo lo condujeron a Leopoldov y de aquí a Bac. Otro redentorista informará así a Roma del suceso: “en los meses de mayo y junio de 1950, cinco de nuestros padres, Trcka, Fail, Dirkan, Szitas y yo, fuimos llevados a los edificios adyacentes a la prisión y arrojados en la terrible cárcel de Leopoldov, donde hemos sufrido por casi 40 días, en camisa y pantalones, con los pies descalzos, sin ningún trabajo, sin la eucaristía, ni breviario ni rosario, bajo una luz fuerte de día y de noche, cada minuto bajo la mirada de los peores guardias, sufriendo terribles interrogatorios durante el día y durante la noche, con los métodos más terribles, psíquicos y físicos juntos, que la moderna criminología comunista tenía a su disposición. Dicho humanamente, era casi insoportable. Cada momento deseábamos morir más bien que vivir. No sabíamos los unos de los otros. Después de 40 días en la celda de interrogatorio, hemos sido trasladados con los otros al convento-cárcel”. En el mes de septiembre fue abolido el campo de internamiento de Bac y todos sus prisioneros fueron trasladados a Podolinec.
En diciembre de 1950, el P. Trcka estaba de nuevo en Podolinec. Según cuentan testigos oculares, el P. Metodij, después del shock inicial por todo lo sucedido, recuperó de nuevo su equilibrio y su buen humor. Se alegraba cuando los jóvenes cohermanos lo visitaban, y siempre les daba las cosas que él había recibido. Bromeaba con ellos, con el fin de que los cohermanos tuvieran buen humor y serenidad. Los prisioneros religiosos vivían bajo presión psíquica, siempre en la incertidumbre del futuro. El P. Metodij compareció ante un tribunal el 21 de abril de 1952. El procurador del estado le acusó de colaboración con el obispo Gojdie de difundir sus ilegales cartas pastorales en contra del estado y de enviar información secreta a través de sus superiores en Praga a Roma: ha de ser condenado por crímenes de alto espionaje. Fue condenado por alta traición y espionaje político. Considerando su grado de peligrosidad, se le impuso una pena de reclusión y trabajos forzados, además de una cuantiosa multa por penas menores. A partir de aquí comenzó su largo camino de sufrimiento, que terminará con su martirio.
Después de la sentencia fue llevado a Llava, con el número 2535. La vida en esta cárcel era muy dura, especialmente para los ancianos. El P. Trcka pertenecía a los prisioneros más débiles. Su salud y edad no le permitían trabajar plenamente. La fuerza para soportar la persecución y la tortura le venía de la liturgia, celebraba secretamente en prisión, con objetos que le enviaba un sobrino: “… pido algún limón y uva pasa, porque no tenemos frutas. Envíame unos panes, un dulce y también un bollo de trigo puro con levadura y el agua, sin grasa ni sal, al menos de vez en cuando…”. Así pedía pan y vino (uva pasa), con el fin de poder celebrar la Eucaristía.
El 22 de abril de 1958, el P. Metodij fue trasferido nuevamente a la prisión de Leopoldov. En la cárcel reservada a los curas vivían 18 sacerdotes, de los cuales 5 eran ancianos y enfermos. La noche de Navidad de 1958 canta una canción navideña. Por este hecho es confinado a una celda de castigo y aislamiento. Allí contrae una grave pulmonía, que le llevará a la muerte el 23 de marzo de 1959.
Al día siguiente lo enterraron, obviamente sin ningún sacerdote, en el cementerio de la cárcel con la asistencia de un guardia. Después de la restauración de la Iglesia Greco-Católica en 1968, los redentoristas pudieron pedir el traslado de los restos mortales del P. Trcka del cementerio de la prisión de Leopoldov a Michalovice. En el 1969, los redentoristas pidieron sin éxito que el régimen comunista lo rehabilitara. En 1990, después de la caída del régimen comunista, el P. Metodij Dominik Trcka fue rehabilitado por el tribunal regional de Kosice, y con esto fue oficialmente reconocida la culpa del estado por su encarcelación injusta, por su condena y por su muerte.